Mientras aguardamos con suma preocupación noticias de Ángel, compartimos aquí este homenaje que le dedicó su entrañable amigo Camilo Venegas El Fogonero.
Cuando los gordos hacen huelga de hambre
En Clandestinos, una de las películas cubanas que prefiero, hay un momento que me gusta mucho. Es casi al principio. Decenas de jóvenes revolucionarios, que permanecen presos en una cárcel de una dictadura, deciden declararse en huelga de hambre. Uno de ellos, que es gordo y fue interpretado por Amado del Pino, se está dando una ducha cuando se toma la decisión. Con la cabeza aún enjabonada, mira a la cámara y levanta su dedo índice: “Oye, no, huelga de hambre no, mejor suicidio”, dice. Luego, cuando los que fueron seleccionados para hacer la huelga son trasladados con sus colchonetas para otro pabellón, el gordo trata de colarse. El líder del grupo (Luis Alberto García) lo persuade y le dice que no podrá resistir: “Mira, tengo esto pa’ aguantar —responde el Gordo y le enseña su enorme barriga—; tengo más que tú”. Un corte mete al espectador en la noche oscura de la galera. Todos están acostados y hambrientos. El Gordo trata de bromear con sus compañeros y acaba pronunciando uno de los parlamentos más deliciosos de la historia del cine cubano: —Pino, Pinito, ¿qué tú haces ahora, mi hermano, si se aparece la vieja por ahí con un platico o dos… es más, con un cubo de potaje? —Dice saboreándose— Un potajito con huesito, rico. Mamita, tírame un cubo de potaje, pa’ que alcance pa’ todos. Pa’ embarrarnos, así, la boquita. ¿Ustedes no se embarran cuando comen? ¡Ah, el que no se embarra no goza! —Gordo, cállate, por tu madre —le dice un compañero. —¡Qué rico es embarrarse, compadre! —Sigue el Gordo—. Yo desde chiquito me embarro hasta la frente. Yo si que soy un comelón, comelón y como y sigo comiendo. —¡Gordo, no jodas más, coño! —¡Yo jodo y como! —Insiste— ¡Aquí al principio yo soñaba con mujeres, pero ahora sueño con tamales…! Primero le tiran un zapato. Luego, el líder del grupo va y amenaza con matarlo si sigue hablando de comida. A Ángel Santiesteban le encanta esa escena. Delante de mí, en aquellas interminables noches de licores y habanas, la recreó infinidad de veces. Entonces, a ninguno de los dos nos pasaba por la cabeza que un día, en las mazmorras de otra dictadura, él también se declararía en huelga de hambre. Esta noche Angelito, con toda seguridad, va a recordar la escena del cubo de frijoles. Publicado en El Fogonero
Hilos invisibles
«Al fogonero Camilo Venegas
El amor no se entrega mientras quede aliento. El dolor y la injusticia me multiplican. Y amanezco feliz».
Ángel Santiesteban
Publicado en El Fogonero
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