El entonces Presidente del Instituto Cubano del Libro podría haber sido uno de mis testigos en el juicio que se montó en mi contra, pero nuestras diferencias políticas y sus funciones oficialistas no le permitieron ponerse del lado de la justicia; lo que nunca entendí, porque el día que sea testigo de cualquier arbitrariedad, saldré en defensa del abusado sin importar los ideales o religión que profese. Me gusta decir que pertenezco al partido de mis sentimientos. Sigue leyendo
Diario en la cárcel XXVII. Iroel Sánchez, militante de sus intereses
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