Cada mañana al despertar, rodeado de reclusos sorprendidos por mis buenos días, que responden por compromiso, y luego de encomendarme a Dios, me sumerjo en una hoja en blanco, pues considero que sólo soy un instrumento, alguien que escribe un dictado, su creación. Surge con tanta naturalidad que subestimo el ejercicio físico que realizo. Sigue leyendo
Diario en la cárcel XXXI. Mi mundo en un pedacito de papel
Deja un comentario