Posición de principio
Me han hecho saber que en el extranjero algunas personas interesadas en los detalles sobre mi calvario en la prisión, tenían la errónea idea de que en el lugar donde me encuentro, “Asentamiento de Lawton”, yo había accedido a realizar los trabajos forzados al que son obligados los demás presos.
Quiero aclarar que desde mi llegada a este lugar, el pasado 2 de agosto (a los sancionados a menos de cinco años no les corresponde estar en prisiones cerradas, según el Código Penal), expuse que no colaboraría con la “reeducación”, pues considero que hasta tanto no se comete un delito no se debe ser sancionado, y por ende, reeducado. Luego de las primeras presiones para que cediera (intentaron convencerme diciéndome que si laboraba tendría pase mensual y, de lo contrario, cada dos meses, opción esta que acepté de inmediato), no volvieron a mencionarme esa posibilidad.
Es necesario recordar que mi traslado a prisión cerrada el pasado 9 de abril se debió a que me negué a que ubicaran en un hospital para un repentino “chequeo médico”, pues sabía que el verdadero objetivo era ocultarme de la Comisión de periodistas extranjeros que visitarían aquel día varias prisiones, entre ellas “La Lima”, el lugar donde me encontraba internado. Esa negativa conllevó a mi ingreso en la 1580, prisión creada para violar las reglas que ellos mismos exigen; lugar donde se hace todo el trabajo sucio de la provincia La Habana. Allí me informaron que sería revocado por seis meses.
Puntualizar quiero también que desde mi entrada a prisión el 28 de febrero no he ingerido alimentos procesados por las prisiones, tampoco he aceptado usar su ropa de recluso, ni recibir el aseo o las botas que a veces reparten. Quizá las constantes fatigas que padecía en la 1580 le fueran reportadas a las autoridades penitenciarias y decidieran sacarme a los cuatro meses, dos antes de que se cumplieran los seis de castigo, hacia este asentamiento.
En esos cuatro meses me he mantenido con dos turnos de alimentación: al medio día desayunaba leche con galletas y así superaba el almuerzo; a las seis de la tarde me hacía una sopa de paquetes importada de China, que venden en la red comercial nacional, por lo que he perdido cuarenta libras de peso y se me ha desaparecido el gusto del paladar.
Supongo que el trasladado a este lugar también se debe a un intento de no hacerme más testigo directo de los abusos y violaciones diarias que cometen en esas otras prisiones, lo cual me permitía mantener un muy alto nivel de denuncia en mi blog Los hijos que nadie quiso. Hace dos meses, en la prisión actual, un oficial intentó apagarme el televisor para que no escuchara las noticias, por lo que hubo una confrontación directa. Hará pocos días, el reeducador le manifestó a los reclusos, a espaldas mías que iba a “meterme en caja” pues, les dijo, yo no era un preso político. Dos días después apareció el jefe del CETEM queriendo hacer requisa y amenazando con negarme los beneficios.
Quiero volver a ratificar mi deseo y necesidad patriótica de estar preso antes que salir del país. La posibilidad de abandonar la isla y alcanzar las calles de Miami, ofrecida antes del encarcelamiento, la rechacé porque no quería sentirme prófugo, huyéndole a su terrible persecución por mostrarme opositor al totalitarismo. Y me mantendré en pie de lucha hasta que la dictadura abandone el poder y permita que la democracia participativa guíe los caminos de la nación.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión asentamiento de Lawton. Diciembre de 2013
Un heroe mas que se resiste a vivir de rodillas, adelante hermano
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