Cuando los veinte reclusos que me acompañan salen de pase, los despido con la alegría que me contagian sus rostros de felicidad por el reencuentro familiar. Apenas se van me sumerjo en la literatura, nada estropeará la exorbitante creación, ni siquiera el saber que negándome los pases que me corresponden según el Código Penal, vuelven a violar mis derechos, ahora como preso cumpliendo una injusta condena.
La soledad de la barraca multiplica mis fuerzas
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