17 de septiembre 2014
Querida hermana de mi alma:
Te escribo esta carta por tercera ocasión, y tampoco sé si llegará ante tus ojos, pero la esperanza es lo último que se pierde. La primera versión me fue incautada por los militares. La segunda, ya en manos de mi hijo Edua, quizás temeroso por su corta edad, al ver al Jefe de Sector merodeando su hogar en varias ocasiones, con miradas sospechosas, decidió romperla. Y aquí estoy otra vez redactando lo que me parece urgente que poseas.
Nunca pensé que me vería obligado algún día, como hoy, a escribir estas palabras, pero es necesario, ya que el destino a veces suele ponernos a prueba, como Dios en el” Libro de Job”, donde cada vez exprime mis fuerzas y paciencia que aún me parecen infinitas. Sigue leyendo