Leer a Félix Luis Viera siempre nos dio esa sensación de hombre sufrido, expuesto a compartir con sus semejantes aquellos golpes que la vida nos ofrecía, como corrobora en su obra literaria. Conversar con él siempre ha sido una de las grandes fiestas que recibimos en esos años del comienzo, y no olvido el encuentro de escritores en la playa pinareña de Bailén, donde compartimos interesantes pláticas.
Ahora, el intelectual alza su voz digna para denunciar injusticias, y por encima de los miedos y traiciones de aquellos con los que compartimos nuestros sueños de creación artística, se crece para agregar dignidad a la intelectualidad cubana que él tan bien conoce, y que –a pesar de su rechazo oficialista indicado por las élites ideológicas del poder– confiesa no odiarlos porque no responde a órdenes ajenas y piensa por “mente propia”. Sigue leyendo