Estimados escritores -franceses y de otras naciones presentes-, críticos, editores, traductores, lectores y público en general:
no les niego que después de varios días de que la noticia de este acontecimiento dormitara dentro de la cárcel, burlando la constante y profunda vigilancia sobre mi persona, sin que fuera posible calmar mi ansiedad por recibir noticias, además de temer que fueran sorprendidos mis contactos y acto seguido castigados severamente, hasta que felizmente me fue entregada el pasado jueves 30 de mayo, jamás imaginé que la solidaridad en contra de la injusticia y a favor de la letra libre, por traerse de mí, tomara tales dimensiones y despertara sentimientos tan bellos en el mismo momento en que sufro injustamente. Sigue leyendo