Entrevista de Ángel Santiesteban-Prats
1- Tu abordaje en la escena literaria nacional ha sido, si se quiere, lenta pero concisa, como de quien no le interesa epatar dada su personalidad distinguida, pausada y educada al mejor estilo de un lord inglés –aunque lo cortés no quita lo valiente-, sin dejar de diseminar tu obra en el ámbito cultural; y una vez que se mira atrás se descubre tu callada y constante permanencia, por lo que cuentas en tu haber con varios libros y premios nacionales y foráneos que “encumbrados” escritores oficialistas de plantilla te envidiarían. Sin mucha bulla te has acercado y mantenido en el primer nivel; pero de esto hablaremos más adelante. Antes quiero que los lectores y yo conozcamos sobre tu niñez, allá en tu amado y natal pueblo de Manatí, en Las Tunas, y que una vez me llevaste a conocer, y el cual me pareció el plató para el rodaje de una película del oeste con aquellos caballos amarrados en las esquinas de las bellas casas de madera al estilo norteamericano, mientras sus jinetes bebían un puñetero ron casero, nombrado “hueso de tigre”, fantasmas que intentaban dar la espalda a la realidad y al esqueleto de lo que fuera el ingenio azucarero, símbolo de una quimera o el castigo moribundo de las utopías que, cada uno de los pobladores cargaban en sus hombros o en sus conciencias cansadas de sumar batallas perdidas. Ese “alcoholifan” agradecido les ayudaba a cada poblador a borrar sus frustraciones, a terminar de enterrar una vida definitivamente inalcanzable. Aquellos muertos vivientes de tu añorado pueblo, Nelton, bebían desaforados en inmenso silencio, salvo el sonido del viento jugueteando con el polvo de las calles sin asfaltar, remolinos de tierra de aquel mediodía en que te imaginé en tu escualidez de niño introvertido y triste que jugaba con lagartijas, envidiaba el vuelo de las aves, y conversaba con las plantas, sin que nadie lograra descifrar tu lenguaje y tus secretos que removían ya un extraordinario mundo de fantasías y de ficción dentro de ti. Luego comenzaste a convertirte en un fanático del fútbol, pues tu esmirriado cuerpo y piernas largas te abrieron la aceptación del espectro del mundo social que te rodeaba y tu inclusión, gracias a tu rendimiento deportivo, y que rompía con ese solitario mundo introvertido del niño imaginativo. Visto desde la distancia, ¿qué se te hizo consciente primero, el amor al fútbol o al arte?
Primero déjame decirte que la mayoría de las calles de Manatí tuvieron asfalto, pero ya el polvo, la tierra, lo han suplantado, así ha sido con el central y casi todo. El fútbol es lo primero que en mi tiempo un manatiense aprendía a amar. El fútbol es un arte también, una pasión. Sigue leyendo