Cuando el cortejo fúnebre salía de la capilla del Cerro con el cadáver de líder político Oswaldo Payá, apenas había avanzado unos metros, se detuvo por espacio de veinte minutos. Algo ocurría en el comienzo de la caravana. Varias personas salieron del auto para averiguar; temíamos lo peor aunque deseábamos que nada ocurriera y nos dejaran dar cristiana sepultura a nuestro muerto.
Mientras celebrábamos la misa oficiada por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, afuera, las autoridades tramaban el enfrentamiento. Me asomé a la puerta de la iglesia, miré hacia la calle y pude reconocer los rostros de los Agentes de la Seguridad del Estado, pero allá, al final, donde termina la Calzada del Cerro, vi a un oficial hablándole a un numeroso grupo de civiles. Recordé que era algo muy parecido al operativo que hacen cada vez que se reúnen las Damas de Blanco en su sede: la casa de su líder espiritual, la luchadora Laura Pollán. Grabé algunas imágenes de lo que sucedía e hice un acercamiento hasta donde me permitió el lente de la cámara. De todas formas no podía creer que planearan algo semejante en medio de aquel dolor, que irrespetaran a la familia del difunto, al Cardenal y a toda la comitiva de la Iglesia Católica, además de las televisoras y periodistas internacionales que cubrían el acontecimiento. Pero a pesar de las constantes pruebas de abuso gubernamental, aún insistimos en ser ingenuos, como si esa actitud nos salvara de contagiarnos con toda la maldad que siempre nos rodea. Sigue leyendo →
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...