Interpretando el tríptico “El Jardín de las Delicias”, de El Bosco, podríamos encontrar, irónicamente hablando, un símil con la novela ganadora del premio Frank Kafka 2012, “Larga es la Noche”, del escritor cubano Frank Correa, que se deleita contando historias, conforme al óleo vaciado sobre la paleta, que luego de pasar el pincel se corre, se confunde, para convertirse en una gama de colores inimaginables para el propio pintor, y que la toma como sugerencia según la descubre.
Correa, a través de su narración, nos invita al viaje para descubrir junto a él, la depauperada sociedad cubana. Como a un maniquí, desviste la realidad social de un país habitado por fantasmas. Sus personajes viven la agonía perenne con que transcurren sus días, una sensación de malabarismo sobre el filo de la navaja que no perdona el más mínimo de los malos pasos. Con lectura fresca y coloquial, se leen sus más de doscientas páginas. Juega con ironías, y por momentos -como el flash de una cámara fotográfica- aparece el humor que encaja en la circunstancia, parte intrínseca de la idiosincrasia del cubano.
Gracias a la generosidad de los organizadores del certamen «Premio Internacional Franz Kafka de Novelas de Gaveta», convocado en la República Checa, se evitó, como indica la convocatoria -novelas de gavetas- que esta quedara en el oscuro olvido de un artista, que clama y puja, por derecho propio, un espacio en la literatura nacional.
La ficción de la novela culmina con mi más absoluta realidad: la cárcel. Su personaje y yo nos entrelazamos, entre fábula y sustantividad, invención y naturalismo, nuestras siluetas se cruzan y saltan los tiempos, con ese reclamo de querer despertar y abandonar los peligros de la prisión, y que -por mucho escribir e inventarse otro espacio- siempre acaban con los bastonazos de los guardias contra la reja, gritando ¡A DORMIR…!
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión asentamiento de Lawton. Marzo de 2014