El pasado viernes 13 de septiembre, mientras se presentaba en el Instituto Cervantes de Berlín mi novela “El verano en que Dios dormía”, ganadora del Premio Internacional Franz Kafka de Novelas de Gaveta, convocado en la República Checa, las fiebres me abrasaban. El virus del dengue se apropiaba de mi cuerpo y devastaba mis fuerzas.
Mientras mis energías cedían, mi mente, a su vez, se ocupaba de defender, como siempre, ese pequeño espacio de armonía, que, como isla interior, habito y me sumerjo en él, para protegerme de tanta injusticia y malévolo proceder del Gobierno comunista. Desde ese sitio imaginario, me alimentaba y construía los acontecimientos en aquel lejano y entrañable país, donde aguardan los amigos y hermanos, y que se me hacía cercano por los excelentes intelectuales -Jorge Luis Arzola, José Miguel Prieto, y Amir Valle, y como panelista, la editora alemana, gestora cultural, y persona de inmensos sentimientos, la imponderable amiga y hada madrina de los escritores integrantes de la generación “Los Novísimos”, Michi Strausfeld- que intentaban presentar mi novela, promocionarla, y como si fuera poco, dar a conocer al mundo, la injusticia cometida contra mi persona, y por la que estoy encarcelado.
Conociendo el obrar del Gobierno cubano, era de suponer que elaborarían un plan mordaz para malograr ese espacio cultural, y lo intentaron a través de una carta pública de la fundación alemana “Netzwerk Cuba”, que acostumbra a dar su apoyo al régimen totalitario de los hermanos Castro, fundación a la que le reconocemos su libre derecho a ejercerlo, por injusto que nos parezca, casualmente el mismo derecho a criticar, exponer razones, puntos de vista, que exigimos para todos los cubanos, y que por realizarlo somos castigados impunemente, como hace toda dictadura contra los que rechazan sus designios.
Lo cierto es que ni el Régimen ni la enfermedad, mermaron la alegría de sentirme parte física de la presentación en el Festival Internacional de Literatura de Berlín. Entre las fatigas y las altas fiebres, pensaba en el libro, los amigos, los lectores.
Es mi deseo agradecer infinitamente a los que apoyan desde hace varios años la convocatoria del concurso y dan luz a los libros que el Régimen censura, y que gracias a ese bello y justo esfuerzo, impiden que esas creaciones literarias duerman en gavetas; también agradecer al Jurado que premió mi novela; y a los intelectuales, promotores culturales de diferentes países y a los amigos que pusieron su mayor voluntad porque en esa presentación, por encima de los ideales políticos y sociales, ponderara la cultura, nuestra primera razón de ser. Y a la ONG Checa Libri Prohibiti, y a su neta gestión cultural.
La novela “El verano en que Dios dormía”, como el resto de mis libros, intenta ser una fotografía de mi tiempo, dar voz a esos testimonios de cubanos que arriesgaron y arriesgan sus vidas para alcanzar libertades y derechos, y cruzan el Estrecho de la Florida, intentando burlar la persecución de la dictadura, en aras de abandonar las carencias materiales y la represión política. En ello, apuestan lo más preciado del ser, sus vidas. Una vez más, intento cumplir con mi tiempo y con los cubanos. Sé que no es suficiente, hay que dar el doble, y en ello me esfuerzo con denuedo.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión asentamiento de Lawton. Octubre de 2013
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